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NÉsToR ZuBELDÍA BARSELó 129 Cuando la noche te alcance, te prestaré mi sonrisa, dijo la luna al romero, hasta que amanezca el día. 130 Romero del pie desnudo, que vas abriendo caminos, pinta una estela en tus pasos de alegría y don divino. 131 Así le dijo la luna a la caída del sol: déjame ser tu sonrisa hasta que vuelvas, amor. 132 Si, tal vez, te sientes triste, quisiera ser cada día, como la brisa en estío, una sonrisa en tu vida. 133 Retoma el sol sonriendo a iluminar tu venida cuando tu rostro refleja el amor y la alegría. 134 Quien siembra un jardín de flores y abre su puerta al amor, está escribiendo la historia de su noble corazón. 135 A la entrada de tu cueva te colgué, Señor, mi lámpara, y tú pusiste en mi noche el Sol que ilumina mi alma. 136 Renazca el sol en tu rostro cada mañana al andar, y Dios te dará una rosa de amor y felicidad. 137 Pon un rayito de sol en el umbral de tus labios, y el amor y la alegría irán guiando tus pasos. 138 Cante tu noria y eleve cangilones de agua fresca para que sacie la sed del que llegue a su vereda.

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