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NÉSTOR ZUBELDíA BARSELÓ SAN ANTONIO, SEMBLANZA DEL AMOR A tus brazos, Antonio, con dulzura el Niño Dios se vino enamorado y ha dejado tu espíritu endiosado contemplando su mística hermosura. Tú que meces al Niño con ternura y siembras en su rostro sonrosado la brisa de tu beso perfumado, míranos contemplando tu figura. Condúcenos a todos, como hermanos, en la aldea terrestre sumergida en el odio, las guerras y el dolor, Y déjanos también, en nuestras manos turbadas en las luchas de la vida, acunar la sonrisa de su amor.