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NÉSTOR ZUBEIDÍA BARSELÓ PAISAJES DE NAVIDAD Yo sé que cuando vino en Navidad, ni José ni María fueron a Maqueronte a visitar a los presos, enemigos de Anás; ni subieron al pórtico del templo, como todos los días, a llevar a los pobres las limosnas secretas con su sonrisa. Ni marcharon a ver a Lázaro el mendigo a quien lamían los perros de Epulón, más humanos que él, las heridas; ni metieron a los hombres tullidos en la piscina cuando el Ángel de Dios, salud de los enfermos, las aguas removía. Ni rondaron los barrios, ni el hospital de la ciudad vecina, ni llevaron consuelo a los desheredados de sus familias; ni compraron palomas para los suyos en las tiendas amigas; ni tuvieron la cena con Joaquín y con Ana Isabel, Zacarías. Yo sé que aquella noche no había turrón, ni chucherías, ni botellas de cava, ni papá Noel, ni asomó la sonrisa de San Nicolás para dejarle al Niño, a su venida, en la cuna caliente, la sonaja perenne de su sonrisa. Por una noche, yo sé que lo dejaron todo y toda compañía, y escucharon el eco del silencio sagrado a su venida. Por una noche el Príncipe,

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