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NÉSTOR ZUBELDÍA BARSELÓ CON LOS OJILLOS VENDADOS Con los ojillos vendados está jugando la Niña al veo, veo ¿qué ves? con el profeta Isaías. ¿Virgen o Madre?, el vidente deshoja la margarita. Ambas, me lo dijo el Ángel, le contesta la chiquilla. La Niña acuna a José y lo duerme entre caricias para que al nacer el Sol sola se asome María. Los Ángeles desde el cielo abren sus paracaídas. ¡Qué gozosos por el aire. hasta el portal se deslizan! Se les olvidó una estrella colgada como divisa para orientar a los Reyes hacia la cueva bendita. Lavanderas de la nieve lana y leche en sus mejillas, le han llevado las zagalas para que el Niño sonría. El buey agranda sus ojos como dos lunas prendidas y en el calor de su aliento lo mece la mula mística. Si con el que nada tiene compartes algo en tu vida, recuerda con gozo inmenso que el Niño es quien te acaricia.

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