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CIENTO CINCUENTA LUNAS Extremaunción a un energúmeno En la noche del 24 de noviembre, después de celebrar la fiesta de Cristo Rey, me esperan unas señoras para que atienda a su papá. Anotan que el veterano tiene más de cien años y vive en el barrio Urdesa. Es menudo, no se le aprecian los orificios de la nariz, los trae disimulados. Estápostrado sobre un jergón acomodado en el suelo. Se llamaAntonio. - Antonio, -le digo postrando la rodilla junto al lecho- soy el padrecito, vengo a traerle el perdón de Dios. Le doy la absolución, y el aceite de la misericordia resulta ser un revulsivo para el veterano que, al instante comienza a desgranar una letanía confusa y pagana. Quedo aturdido. No sé si darle la unción. Al fin me animo. Al momento de ungirle en la frente seme revuelve como un ofidio, me lanza un manotazo entre las piernas y empieza a proferir palabrotas gruesas: hijo p., cojudo... y otras lindezas de su cosecha. Los hijos y nietos acuden como centellas y consiguen inmovilizarlo. A duras penas consigo untarle las manos y termino la liturgia. Parece un pequeño energúmeno dotado de una fuerza colosal. Da la impresión que ha tomado muchos vasos de sangre de tortuga. Se siente entero como en los tiempos de su mocedad. Vive el día vagando en su cerebro, ·descontrolado y sin tiempo, abandonado a su naturaleza. Me despido de los familiares y salgo con las piernas aguadas y el temblor en todo el cuerpo.

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