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CIENTO CINCUENTA LUNAS 0D - ¿Qué es del chancho "brujo?", así le apodan también en Engabao. - ¡Es huevoncísimo! -anota el pelado-. El jueves cuando los hombres subíandelaorillaleencontraronmontadosobreunaburra.Leencorrieron con un perro pastor y éste le acorraló contra una malla metálica. Le agarraron y le caparon. Es un chancho brujo. La noticia ha corrido como liebre por la comarca; lo demás queda a cuenta de la imaginación. Tiene muelas de oro, lanza gruñidos que parecen quejidos humanos; se alimenta de comida de los cristianos; duerme mecido en una hamaca. Muchos curiosos, buses organizados desde Playas y de los recintos corren a la comuna para ver el fenómeno. - Todo es invento de la gente -dicen dos señoras-. Es un chancho que se ha criado en el monte, ha regresado al pueblo y lo han atrapado. Es un chancho normal. Eso es todo. Si usted quiere verlo, ahí lo tienen, en la casa de caña, en laúltima del pueblo saliendo a Playas, amano izquierda. Es noche cerrada; me acompaña la señora Sara. - ¿Va a viajar solo a Playas? - Claro - Y ¿no le da miedo el chancho "brujo" y el cementerio? - No, Sara, los chanchos no dan miedo, dan manteca; y los muertos no se mueven: los vivos son los que dan disgustos y nos pueden dar sustos. Nuestros pueblos están abiertos al misterio; presentan un caldo de cultivo virgen donde brotan con vigor silvestre toda clase de supers– ticiones. Hayuna olla inmensa plantada en lamitad del pueblo. Con frecuencia salta la tapa y corren las sorpresas. El ambiente se enrarece y se eriza de temores.

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