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CIENTO CINCUENTA LUNAS cubrir los rostros de los santos. También andan sueltos los demonios... No se puede trabajar, aserrar, cortar, coser... porque se estaría cortando, hincando a nuestro Señor. A la persona que se tropieza y cae el domingo de resurrección se le llama "judío" porque los que custodiaban el sepulcro cayer~n de bruces cuando el Señor brotó a la vida. En el invierno del 83 tuvo lugar el fenómeno del NIÑO y trajo copiosísimas aguas, enormes tormentas, muerte y destrucción. Muchas personas enfermaron de susto y espanto y se tejieron una serie de supersticiones. Un pescador salió al mar en su bote. De repente le saltó un gran pez y le dijo que este año -el OCHENTA Y TRES- va a ser de doble invierno (como el huevo de dos yemas); uno está terminando (era mediados de mayo) y el otro le morderá la cola. Y el pez le advierte, bajo la amenaza de quedarse mudo, publique esta noticia en la plaza mayor del pueblo. El cholo, turbado por la sorpresiva visita y encomienda y temeroso de que se cumpla la amenaza, se despacha como agencia de noticias proclamando la novedad a viva voz. El alborotado invierno es propicio para darle calentura a la imagina– ción. Está corriendo el rumor de que se está desplegando una competen– cia descortés entre San Pedro y el Señor de las AGUAS. Y esto no hay quien pare. Hasta que no ceda Pedro, el criado, tendremos invierno. Hace tres noches se robaron la corona del Señor de las AGUAS de Colonche y hasta que no lo devuelvan continuará lloviendo. El demonio anda suelto; incursiona en el pueblo con alguna frecuen– cia; nadie le ha visto la cara; aparece en forma de animal: venado, chancho... y criando viene como persona viste de riguroso negro con tremendo sombrero, y nunca da la cara. Cuenta el "Canturo" que ha aparecido una "venada"; tiene mitad de

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