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CIENTO CINCUENTA LUNAS 0Q Un informe publicado recientemente (Diario UNIVERSO, 6 de abril de 2008, primera sección, Págs. 12-13) presenta estadísticas importantes, y dice que la violación de menores crece diariamente. El 96% de las víctimas son niñas. En más de la mitad de los casos tienen entre 1Oy 17 años, con énfasis entre 11 y 13. Casi la mitad de los delitos son cometidos por familiares: padres, padrastros, convivientes. "Domitila, -le decía. la mamá-, no des padrastro a tus hijas". ¡Qué sabio consejo! En Guayaquil se reportan un promedio de 6 casos semanales. El caso más reciente ha ocurrido en Santo Domingo de los Tsáchilas. Un padre, actualmente detenido, abusó de cuatro de sus cinco hijas y procreó en ellas cinco hijos. Las hermanas temían que intentara violar a la menor de 9 años, y lo denunciaron. Nicolás Astudillo, especialista en Atención Integral del INNFA (Ins– tituto Nacional de la Niñez y la Familia) asegura que "tres de cada diez menores son violentadas sexualmente, porque la situación de abuso sexual es más común de lo que se cree". Mayor parte de los delitos sexuales no llegan al conocimiento de las autoridades, y los que se denuncian no llegan a la indagación porque todo el proceso dura un año o más; es un año de gastos, de tiempo... y la gente no los tiene; y, lamentablemente, prefiere negociar -aunque está prohibido por la ley- y transan: "Bueno, yo no digo nada, pero deme 1.000 o 2.000 dólares". Mucha gente tiene desconfianza en la justicia, en las autoridades. Poner la conducta incestuosa o la violación en manos de la justicia es un viacrucis que termina en el calvario: son pruebas periciales ginecológicas, enojosas y humillantes confesiones recidivantes de la persona agraviada, la acusación del progenitor, la presunción de inocen– cia que le otorga la ley... Todo este cúmulo de exigencias resulta una
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