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FRANCISCO ÜSTÉRIZ LIZARRAGA , Arbol que no da fruto Los guías Enrique y Dora reciben a los integrantes del grupo de catequesis. Reflexionan el tema "Preparen el camino del Señor". En el texto suenan las palabras del Bautista: "Todo árbol que no da fruto es cortado y arrojado al fuego". Hay una confusión entre los pescadores. Bailan en su imaginación las palabras: víboras, hacha, tronco... La señora Dora explica: - Un árbol seco no da fruto, ocupa un lugar inútil. Se lo corta y se planta otro en su lugar. Entra en escena Emiliano Mejillón: - Sí, señor, hay que cortarlo; el árbol seco no sirve más que para hacer carbón. Todo el grupo acepta sus palabras con un gesto de cabeza. La señora Dora interviene aclarando el asunto y asentando los términos de la comparación: - Nosotros somos el árbol. El cristiano que no da fruto es un árbol seco. - Yo doy fruto, anota P. T., mi mujer está preñada y es el octavo. - Tú, no, le aclara Emiliano; es tu mujer la que da fruto. - Ah, pero yo la cebo. Se prende la risa y corre como pólvora encendida. Algo inédito. El domingo pasado, por primera vez, los feligreses de Engabao participaron en una celebración presidida y dirigida por la pareja guía Enrique y Dora. Hasta ahora se habían negado rotundamente a que un laico presidiera una acción litúrgica. Se ha roto un "tabú". En la celebración penitencial avisada para las 8 de la noche (10 de

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