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CIENTO CINCUENTA LUNAS 0D cintura, lograp separarla del líquido y varada en la arena. La primera precaución del dueño es recoger el motor, colocarlo en un tanque de agua dulce y prenderlo para sacudirle el salitre. Bajo el toldo de la noche iluminada con multitud de lámparas de kerosén, una parte importante de la población se dedica afanosamente a la tarea de destramallo. A veces, cuando la pesca es flaca, el trabajo termina rápidamente y queda flotando el sentimiento de fracaso; otras, sonríe la suerte, las redes revientan de peces y el gozo desborda y la tarea se dilata hasta altas horas de la noche. El comercio se realiza en el momento; docenas de canastos de pescado son trasladados a hombros a las camionetas y pagados normal– mente al contado. Siempre pulula un grupito de intermediarios. Son muy apreciados los langostinos y corvinas de las aguas de este sector. Un sector de la población trabaja en albañilería, otro en transporte; rueda una considerable flota de camionetas que hacen el servicio hacia y desde Playas, y desde la población hasta la "orilla", "puerto". Funciona un tanquero que proporciona a la comuna el agua potable desde Playas. El carretero se encuentra en condiciones insufribles. El domingo es el día de descanso; los salones se inflan de cristianos, se bebe desaforadamente; e1 "trago" y la cerveza, a la larga, hacen estragos en los comuneros. Cuando los varones se sientan a tomar no es para refrescarse la garganta o acompañar unas partidas de naipes. "Tomar" es un asunto serio y lo hacen hasta las últimas consecuencias, hasta la tercera etapa. El carnicero Mite, consuetudinario de las artes del "chupe", evoca las tres etapas: la del mono, el tigre y el chancho. En la etapa del tigre ocurren las peleas y los hechos de sangre.

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