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falta la típica estrella filipina que se cuelga en las ventanas de todas las casas, confeccionadas con primor por sus moradores, según sus posibi– lidades. La gente más allegada a la parroquia se encargó de preparar el Belén de la iglesia, flanqueado por dos hermosas estrellas. 3. Para el día de Navidad fue a Aguilar el P. Román de Vera. Predicó la homilía navideña, leída y tomada de un catecismo. Con las partes gregorianas, cantadas por el P. Fidel de Lecámaña y un coro de legionarias y legionarios (de la Legión de María) que solían cantar en ocasiones especiales, resultó una misa muy solemne. El Coro, por su parte, cantó una misa a dos voces y según las normas dadas por San Pío X para el canto litúrgico. Aquellos días en que el P. Román estuvo en Aguilar sirvieron de alivio para los dos novatos; les dio ánimo y, sin quererlo, les enseñó a preparar la predicación dominical o de Fiestas, sin apuros: "si es tan fácil. ..", les decía. Así aprendieron a tomar puntos doctrinales de libros impresos que explicaban el catecismo detalladamente... El método servía, pues en aquellos tiempos se exponían, domingo a domingo, temas del Credo, mandamientos, sacramentos y oración. La economía. 1. En enero los dos de Aguilar se dieron una vuelta por Manila, el P. Fidel a principio del mes y el P. Benito a finales. A los dos les obsequiaron con regalos y dinero. Fueron dándose cuenta de la diferen– cia de nivel de vida comparando las cuatro casas de Manila con las tres de Pangasinán. Por otra parte, la parroquia de Bugallón era la de menos ingresos; así, el párroco de Aguilar hacía varios años que tenía un jeep; pronto le siguió el párroco de Salasa cuya feligresía habitaba en barrios más poblados que el del barrio en que se situaba la iglesia parroquial. Para asuntos oficiales, su párroco tenía que ir a Bugallón, lo mismo que para médicos y mercado (dos días a la semana), o si no, al más lejano Lingayén. [907

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