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detenido por orden del Presidente. Un Doctor amigo suyo fue inmedia– tamente aLingayén. Los americanos enviaron a Aguilar un capitán filipino; puso en libertad al P. Alberto y amenazó con un fuerte castigo al Presidente si volvía a molestar al Padre. 2. Este incidente no tuvo mayores consecuencias. En los seís meses de tierra de nadie cientos de guerrilleros proamericanos se concentraron en Aguilar a las órdenes de un americano, Mr. Putnan. Éste con otros jefes de guerrillas tenían sus reuniones en el convento. Cuando los japoneses establecieron ya sus órganos de gobierno militar en aquella zona de Pangasinán, Mr. Putnan se ocultó en el bosque, bajando algunas noches al convento para organizar los grupos de guerrilla y también para que algunos de ellos se rindiesen a los japoneses cuando llegasen, sacasen pases y sirviesen de espías-enlace llevando una vida normal en sus casas y en su trabajo. Los japoneses también tenían sus espías filipinos y se enteraron de lo que ocurría en aquel convento. En un bautizo se ofreció a hacer de padrino el jefe de la Policía Militar de Dagupan, el capitán Wachi. Después del bautizo hizo al P. Alberto algunas preguntas dándole a entender que sabía de sus encuentros con Mr. Putnan y que le daba medicinas y de comer en su convento; el P. Alberto no se lo negó; sólo le negó saber el lugar de su escondite. Al despedirse, le dijo el capitán Wachi: "Padre, usted debía estar muerto hace tiempo, por ésta le dejamos libre, porque sabemos que el pueblo le aprecia; pero si hay una nueva acusación..." 119 • Había en Aguilar algunos civiles japoneses que explotaban unas minas; al ingeniero lo había bautizado el P. Alberto de Urdiáin, después de variosmeses de instrucción religiosa. Se llamó Tito Miyosi. Los japoneses de las mismas también intercedieron por el P. Alberto. 3. Sucedió que la guerrilla de Pangasinán quiso dar un escarmiento 118 Archivo Provincial de Capuchinos, Pamplona.

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