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se basaban en el animismo, con su culto a los espíritus de los antepasa– dos. Aquellas originarias creencias facilitaron la aceptación del dogma cristiano de la inmortalidad, aunque dejaranusos difíciles de desarraigar en los lugares remotos, por la sencilla razón de que en sus enfermedades la gente acudía al arbolario. Éste tenía sus conocimientos de plantas medicinales; cuando no curaba a su paciente, les decía que la causa de la enfermedad era que tenían olvidado a un pariente difunto y que tenían que encenderle una o más candelas de las que vendía el Padre. Hubo que insistir al pueblo a que acudiesen al médico del Gobierno en la pobla– ción; la dificultad estaba en el coste de las medicinas. De todos modos lo que les decía el Padre era del todo creíble, porque de las candelas obtenía la parroquia algunos ingresos. 2. El P. Cesáreo supo sacarpartido de ladevociónpopular a Jesucristo y a su Madre Santísima. Para acrecentar la devoción a la Virgen de Lourdes, él y el P. Femando habían nombrado patrona de su misión a la que era ya patrona de la Misión de los Capuchinos de Filipinas. Fue cuando pasaron por Salasa en 1929. Estando el P. Cesáreo en Labrador ideó e introdujo una procesión por el ancho brazo del delta del río Agno a pocos metros enfrente de la iglesia La primera procesión contó con la presencia del Sr. Obispo; acudieron los cofrades y devotos de Nuestra Señora de Lourdes de varios pueblos con sus párrocos al frente. La imagen de laVirgen se colocó en un entablado sobre dos canoas grandes unidas; desde donde presidió el Obispo y otras autoridades eclesiásticas; el altar flotante de la Virgen, debidamente engalanado, iba flanqueado por las canoas necesarias para tanta gente. Esta procesión fluvial de laVirgen de Lourdes se convirtió en uno de los actos religiosos más concurridos de laDiócesis. "El pueblo cristiano de Pangasinán gozaba grandemente con esta fiesta poética y encanta– dora" 68 • 68 HuARTE, Florencio, obra citada, pág. 332. 53

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