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Ermita se estaba dando con cuerpo y alma a la parroquia y a su escuela; pero pronto se dio cuenta de que no estaba en su sitio. La "ciudad" no llenaba sus ansias misionales. Suvocación estáclaramente expresadaen la siguiente poesía publicada en la revista Verdad y Caridad 12 : ADIÓS Yo no quiero desoír la voz de Dios que me invita a marchar a las Misiones, pisando mis ilusiones sobre esta tierra bendita. Soldado de Cristo soy. Pues Cristo se encuentra en guerra, quiero correr a su frente, y luchar como un valiente y avasallarle la tierra. No me habléis de otro ideal ni me pongáis por delante otras ilusiones bellas; que yo saltaré sobre ellas, gritando siempre: ¡Adelante! ¿Dios lo quiere? Yo también. ¡Fuera miedo y cobardía! Pido, puedo, debo y quiero vivir como misionero lejos de la patria mía. ¿Decís que allí moriré...? Mas ¿qué me importa la muerte? Precisamente mi anhelo fue siempre subir al cielo, muriendo de aquesta suerte 13 • ¿Qué más bello galardón puede soñar el cristiano que cercado de metralla morir luchando en batalla por Cristo su Soberano? ¡Adiós Patria! ¡Adiós hogar! ¡Adiós mis padres y hermanos! Por mi Dios adiós os digo y espero diréis conmigo: "Por Dios conformes quedamos". Si nunca os volviere a ver, nunca penséis que os olvido; que en mi pecho impreso llevo lo muchísimo que os debo, lo bien que me habéis querido. 12 Verdad y Caridad 32 (noviembre 1926). El P. Cesáreo había llegado a Manila el 26 de agosto de 1926. Creemos que los citados versos los pudo haber escrito, siendo todavía estudiante de teología en Pamplona con ocasión de alguna velada colegial. 13 Esta quinta estrofa citará el P. Cesáreo en la carta que años después escribió al Provincial exponiéndole sus deseos de ir a misionar a Rusia o a China y desde sus vehementes sentimientos le dice que uno no escribe eso, si no lo siente. 18

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