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de la Diócesis a una comida de despedida, que se celebró en el pueblo de Calasiao 164 ; durante la misma dio las gracias más sinceras por lo mucho que los Padres habían trabajado por el bien espiritual y material de los feligreses a ellos confiados; hablaron también varios sacerdotes y contestó muy oportunamente el P. Benjamín. Así se cierra un capítulo importante de la historia de los Capuchinos de Filipinas" 165 • 2. Hay que notar que al final de los años de la misión de los Capuchinos en Pangasinán, las condiciones de vida habían ido mejoran– do para su bien y el de los feligreses. Cuando se dejaron las dos parroquias había ya en Bugallón luz eléctrica de primera calidad producidapor las turbinas del pantano de Ambuklao, en la parte superior del río Agno. Las carreteras habían mejorado de tal manera, que el viaje de Bugallón a Manila se había reducido en más de una hora y sin las molestias del polvo. Habían aumentado los habitantes de las parroquias y con ello el trabajo pastoral. La parroquia de Bugallón tenía en 1948 unos 10.400 habitantes; según el censo oficial de 1960, eran ya 12.736, sin contar los de los barrios de Lasip y de Rosario, que pertenecen al municipio de Lingayén. Los no católicos dentro de los límites de la parroquia de Bugallón eran 605; 205 de la "así llamada" Iglesia ni Kristo (Iglesia de Cristo), 204 testigos de Jehová, 48 metodistas, 22 aglipayanos y otros. En 1948 la parroquia de Aguilar tenía unos 10.000 habitantes y la de Salasa unos 8.500. No puedo menos de traer aquí unas palabras del Arzobispo de Lingayén en 1973, Mons. Federico G. Limón, SVD, porque coinciden con el reconocimiento que del trabajo pastoral que los Capuchinos realizaron en aquella Diócesis hicieran sus dos primeros Obispos, Mons. Guerrero y Mons. Madriaga. Agradeciendo Mons. Limón el 164 El convento de Calasiao era la residencia habitual del Obispo. 165 Bol. Of. (1962) pág. 111.

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