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Escuelas de unmunicipio estaba el Supervisor, con oficina en la Escuela Central originaria. La Escuela de Salasa era solamente Primaria. Así, pues, el párroco de Bugallón, empezó a coordinar los horarios de enseñanza en las Escuelas Primarias de Umanday (Barrio de Bugallón), de Salasa y de la Escuela Central. Los presentó al Principal; éste les dio el Visto Bueno y el Supervisor dio su aprobación sin más. A finales de agosto se empezó ya la enseñanza de catecismo en las dichas escuelas; luego se extendió a las otras escuelas a su debido tiempo. Resultó que el Supervisor de las escuelas del Municipio de Aguilar no se avino a dar el permiso para la enseñanza del Catecismo según el "stagger system". El P. Benito de Arraiz acudió al Secretariado (Minis– terio) de Educación. Era entonces Presidente de Filipinas Ramón Magsaysay. Ya vimos el talante no político y popular deMagsaysay; por eso escogió sus Secretarios de entre hombres probos, muchos de ellos educados en el Ateneo deManila (Jesuitas), en laUniversidad deManila (Dominicos) y en otros Colegios Católicos. No eran masones, mientras que antes para el ascenso a los altos cargos de las escuelas se miraba de hecho a su filiación a la Masonería. En este caso, al Supervisor de Aguilar le llegó un aviso advirtiéndole de su obligación de conceder el permiso solicitado por el párroco de Aguilar. Se había llegado por tanto a lo más que se podía en la enseñanza del catecismo, con menos catequistas, mejor preparadas y con dedicación plena. Por lo que a los maestros se refiere, ya vimos cómo el P. Cesáreo de Legaría se fue captando las simpatías demaestros y niños, desaparecien– do poco a poco el recelo contra la Iglesia Católica debido a la revolución filipinas, al aglipayanismo y a la solapada propaganda de las sectas secretas. En lamateria de que tratamos, los maestros y maestras estaban siempre dispuestos a ayudar en lo que podían; lo que de ningunamanera

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