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Como le digo, en Dios confío esto se llevará a la realidad, pues les demuestro a todos conviene y se glorifica el santo nombre de Dios, que quiere miremos en los pobres ancianos su misma imagen. Pues bien, como le digo, cansadísima, para que mi carta diga lo que mi pensamiento comprende ha tenido que ser pesada y larga mi carta, pues no es lo mismo comprender uno su idea que hacerla comprender a los demás. Yo quisiera, Reverendo Padre, ser muy brebe y en una sola frase expresarle mi deseo, pero esto no es posible; trataré sin embargo de hacerlo en las menos palabras y Dios me inspire sean claras y penetren en el corazón de V. y consigan inclinarle hacia lo que le propongo, y pronto el Santuario de San Bartolomé tan rico de devotos y de limosnas como yo creo se verá. Mi devoción a San Bartolomé es muy original: Yo nunca había rezado en particular a ese Santo; gravísimamente enferma, tuve un hijo que murió. Al nacer vivió el tiempo preciso de recibir el agua del Socorro y volar al cielo; lo lloré por tres días horriblemente triste, y al tercero soñé o me pareció ver un hermoso Santo que me decía no llorara, que Dios lo quiso para El con mi conformidad y que mi marido me decía era San Bartolomé. Llamé a mi marido. Le pregunté quién era ese Santo. Mi marido me dijo que era un sueño mío. Volví a dormirme y volví a ver lo mismo. Mi marido estaba a mi lado y me dijo que me había oído hablar en sueños, pero que diere gracias a Dios que me proporcionaba ese consuelo, y como a mí me parecía, era mi marido el que me decía ese era el Santo. Y que me anunciaba tendría otros hijos y que no llorase. Ofrecí conformarme hasta donde pudiese. Con trabajo me arrodillé en mi cama y los dos rezamos un Padre nuestro una Ave María al Santo, devoción tan grande que hasta la misma noche que murió mi marido rezamos reunidos y yo encomiendo a mis hijos y lo invoco con frecuencia. A los catorce meses nació mi hijo José Joaquín Bartolomé, sin tener yo el menor terror ni miedo es ese triste trance. Tuve dos hijos más, Carlos Bartolomé y Cristián Bartolomé. Este hijo de mi alma se fue al 83
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