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¡Cuán puros son los goces de la Religión! Si elevándose aunque sea brevemente nuestro espíritu de las miserias y ambiciones terrenales, alza su vuelo a las regiones del infinito, el alma encuentra allí su reposo, disfrutando dulce y apaciblemente todos los encantos de lo sublime y rasga en esas alturas el velo misterioso que nos separa de aque1las hermosas realidades que ahora sólo conocemos por enseñanzas de la fe. Tal consideración nos sugieren los hechos que esta noble ciudad de Sangüesa ha tenido la gloria de presentar ayer, festividad del eximio doctor san Buenaventura. Terminadas las obras de restauración y reparación del convento e Iglesia de San Francisco, edificio que durante la pasada guerra civil ha servido diferentes veces de cuartel y alojamiento de tropas, quedando en estado de ruina; la venerable Comunidad de Capuchinos, bajo la direc– ción del P.Guardián Fray Saturnino de Artajona, ha quedado en él convenientemente instalada con arreglo a la extricta observancia de las reglas y constituciones de la penitente y mendicante orden capuchina. Desde la víspera y desde las primeras horas de lamadrugada, notábase un movimiento inusitado de gentes que en vehículos y caballerías llegaban de los pueblos circunvecinos, formándose a las diez de la mañana un núcleo de concurrencia numerosísima y extraordinaria, que llenaba la espaciosa nave de la Iglesia de San Francisco. A esa hora y después de ocupar los sitiales preparados de antemano, el Exmo Ayun– tamiento, dignamente presidido por Custodio García, el Juez Municipal don Francisco Octavio de Toledo, los Cabildos de las dos parroquias, la fuerza de la guardia civil de este puesto y otras colectividades y comisiones, dio principio lamisaque celebró el muy respetableP.Guardián, predicando un sermón elocuentísimo el P.Fr.Arcángel de Sesma, pro– bando por modo irrefutable la misión civilizadora de las órdenes religio– sas en la sociedad de tal manera, que llenó de entusiasmo y admiración a todo el auditorio. La orquesta, dirigida por el organista O.Antonio Bandrés, cantó la misa con suma afinación y buen gusto, descollando entre las voces la del 119

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