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Oficio de lectura (o común para otras horas) 23 de septiembre SAN Pío DE PIETRELCINA (Francisco Forgione) (1888-1968) El Padre Pío se definió a sí mismo como "un frate che prega", un fraile que ora. A esta frase aludimos al decir de él hermano que ama y ora. Pero el Padre Pío llevó por 50 años (1918-1958) las llagas de Cristo y ésta es su verdadera efigie: clavado en Cruz con Cristo. Fue, sobre todo, en la celebración del Santo Sacrificio de la Misa donde él vivió la Pasión del Señor. Por ello glorificamos los dones del Altísimo. El Padre Pío consumió su vida en el confesonario. A ello apunta la segunda estrofa del himno. Al contemplar a Cristo compasivo, transmite el perdón que Cristo nos da: y entregas absolviendo la gracia del bautismo. El cristiano queda de nuevo santificado por el Santo Jesucristo. Quien piensa en el Padre Pío piensa en la "Casa Sollievo della Sofferenza". Tú buscas y tú encuentras al Sufrimiento Alivio. Y siempre, detrás del humilde siervo, vemos a Jesús; aquí, detrás de aquel moderno hospital, al Médico divino. La iglesia donde celebraba misa, la antigua o la nueva, está dedicada a Santa María de las Gracias. La Madre de las Gracias te guarda a su cobijo. Y él respondía a esta ternura desgranando sin pausa muchos rosarios cada día. Ésta es la fe de los sencillos en la Iglesia. En la doxología, empezando por Cristo Redentor, nos elevamos al Padre y al Espíritu, que es el Aura del principio. A la santa Trinidad ascienda amor y gloría por siglos infinitos. 71
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