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ángeles; debajo del Padre se encuentra Jesucristo, el Hijo, promesa del Paraíso y que tiene cumplimiento en la escena de la Anunciación del altar mayor. Todo ello en una luz graduada que se extiende sobre un campo de árboles y flores, imagen del Paraíso. A los dos lados de la puerta se ven las dos figuras patronales: Santiago con su bordón y el libro de los Evangelios, mensaje del Mesías, y San Antonio Abad con la Biblia en sus manos, que es como juntar la vida activa con la contemplativa. Detrás de San Antonio aparece San Asano, abogado contra la pulmo– nía, quizás porque alguno de los protectores del hospital llevaba ese nombre. El pintor es Pier Antonio de Foligno (1482). También en el techo aparece la vida activa con el Pontífice León III y San Isidoro de Sevilla. Ídem, la vida contemplativa con San Agustín y el franciscano San Buenaventura, canonizado cuando se acabó de pintar el fresco por el año 1482. Las pinturas no se hallan en buen estado; no se han restaurado desde hace unos 500 años. La ciudad de Asís se libró de los bombardeos de la última guerra, gracias a la influencia de Pío XII; habló con los jefes aliados para que respetasen la Ciudad de la Paz: hubo un acuerdo; los del Eje, Berlín– Roma, habían fortificado la ciudad, especialmente la antigua fortaleza; ante los acuerdos pactados, se retiraron ordenadamente, perdiendo una batalla militar, pero ganando la batalla de la cultura. San Francisco no tiene ni ha tenido enemigos. Es el Hermano de todos. Gracias a él, su ciudad fue declarada zona abierta, conservándo– se los antiguos monumentos y los edificios jacobeos del tiempo de Francisco. 27

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