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hechos reales. Alejandro Labaca, entonces misionero Prefecto Apostólico de Aguarico, soñaba en regresar a su inolvidable Kansu. Él soñó el proyecto. lo animó y comenzó a probar las mieles de un reencuentro. Pero su destino no fue China. A los pocos meses fue nombrado Vicario Apostólico-Ohispo de Aguarico y el 21 de julio de 1987 terminaba su vida alanceado por los Tagaeri en plena selva del oriente ecuatoriano. Pero los sueños siguieron y el hermano Juan Santos Ortiz de Villalba ha ido poniendo carne a esos sueños hasta convertirlos en realidad. No ha estado solo, aunque el sacrificio ha veces lo ha probado en soledad. Con pluma ágil ha querido plasmar este escrito para dar a conocer no sólo lo que se va haciendo, sino también para que la Orden entre en contacto con los frutos subsistentes de una misión a la que nunca renunció voluntariamente la Provincia. Es un escrito que va informando, paso a paso, sobre sus gestiones, viajes y proyectos. Tras leer estas páginas, Kansu parece estar más cer– ca de los capuchinos y en concreto de la Provincia; los que allí todavía recuerdan a los antiguos misioneros se tornan en viejos amigos y hermanos en la fe. Quien termina la lectura de este escrito concluye con un ardiente deseo de que el proyecto China no vuelva a ser un recuerdo, un sueño fácil y estéril. Se termina la lectura deseando que el espíritu capuchino se haga realidad en la inolvidable Kansu. Pamplona, 3 de enero de 1997 José Antonio Lasa

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