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supra nominati mihi boni et pií videntur. Difficile esta patria exire; quia impedimenta et dificultates plurima sunt. Quomodo absolví possint. Nescio. Auxilium a Deo orare debemus et in quantum possumus factum id fieri debemus. Nune Regulae Ordinis vestri mittas... Philippus Ma Ji". A esta carta de Monseñor Ma Ji respondí agradeciéndole su interés y ofrecimiento, y enviándole la ~egla Franciscana y las Constituciones de los Hermanos Capuchinos en latín y en inglés. A las pocas semanas recibí otra carta del obispo de Pingliang donde me notificaba el recibo de esos libros, y añadía... "in sinicum vertere conabor ut alii sacerdotes el seminaristae theologi in ordinem vestrum, dcsiderantes ingredi, lcgere el discere possint". En enero de 1995, desafiando el frío helador me fui al norte, con la idea de visitar, si me dejaban Xifenzhen, Sanshclipu y el remoto lugar de las montañas donde estaba el padre Nicolás Han Ji De, Liushuho. Al pasar por Yüturriiao me detuve a saludar al padre Pedro Wang, quien sorpresivamente me llevó aparte y me dijo: - ¿Tienes permiso para recibir candidatos a la Orden'? - Sí-le dije-. Precisamente acaba de dármelo el Ministro Provincial de Filipinas. - Pues recíbeme a mí "hic et nunc". Fuimos a la iglesia los dos. El se arrodilló ante el altar. Yo le entregué los Evangelios, y lo recibí como postulante a la Orden. El anciano maestro de estudiantes, se adelantaba en la Orden, dándoles ejemplo. El hermano Pedro Wang, me aseguró que D. Nicolás Han deseaba fervientemente ser capuchino. Con esa idea me tomé dos días de viaje hasta Sanshelipu y Liushuho. El frío era terrible y mi pierna izquierda se negaba a caminar. En Sanshelipu no me dejaron salir de casa. No se atrevían. Visité en la huerta la tumba del padre Simón de Bilbao, entre manzanos y parras. Al día siguiente subí a Liushuho con algunos seminaristas. Fue inolvidable; pero D. Nicolás se hallaba ausente por el Año Nuevo chino. Pasando por Qinyang, me detuve en Xifcnzhen a visitar a mi amigo D. 59