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en cartera, mi propósito al regreso, fue animar a Filipinas a ofrecer esta ayuda a Aguarico. Escribí una larga carta al Ministro Provincial Troadio de los Santos, explicándole el asunto y las razones. Y la llamada no cayó en saco roto. Aunque habría que esperar la elección de un nuevo General para la Orden, y de un nuevo Provincial para Filipinas. Implantación de la Orden en Pingliang El mes de marzo de 1994, estando a punto de partir para Pingliang, se presentó en Manila el Ministro General Flavio Roberto Carraro que se hallaba de paso hacia Indonesia. Al conocer mi propósito, y que el padre Mateo se animaba a acompañarme al Kansu, tuvimos una pequeña reunión con el Ministro Provincial Troadio de los Santos, para tomar algunas determinaciones concretas respecto a los seminaristas que desea– ban entrar en la Orden. El resultado fue una carta del Ministro General a Monseñor Ma Ji presentándonos como delegados suyos, y proponiéndole algunas alterna– tivas concretas para quienes deseaban entrar en la Orden: - "Si es posible, se los envía a Filipinas. - Si no pueden salir de China, quizá podrían hacerlo como turistas por algún tiempo. - Si no pueden salir, deseamos saberlo para pedir a la autoridad competente los permisos necesarios para que sean Capuchinos". Con esta carta del Ministro General, Mateo y yo nos fuimos para Pingliang a soportar el invierno norteño. Sin ningún contratiempo llegamos a Pingliang y entregamos la carta a ·Mons. Ma Ji, quien la leyó con mucho detenimiento, sin damos ninguna respuesta; pero prometiendo hacerlo por carta en un breve plazo. Sí insistió en que sentía un profundo afecto por la Orden y admiración por quienes trabajaron en Kansu. El ofrecimiento de sus seminaristas se mantenía en pie. Su decisión era que quienes salieran al extranjero fueran antes ordenados sacerdotes. Insistía en su deseo de que los Capuchinos 56

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