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Al ver que Filipinas optaba por Singapur y ya estaba tramitando su -entrada, en ese momento pensé que podría ir con ellos, ayudarlos y seguir el proyecto de China Continental desde allí. Entonces no me di cuenta que mejor y más cerca era la misma Manila, a un salto de Hong Kong. "Personalmente -le decía al General- le puedo asegura~ que he hecho un esfuerzo muy grande por estudiar el chino y el inglés, y que mis viajes por China han tenido poco de turísticos, y mejor diría que han sido bastante duros y difíciles y con el punto de mira puesto en aquella Iglesia. Quizá mis relatos periodísticos han dejado esa idea falsa en algunos; pero la verdad descarnada no se puede decir al público, y éste desea alguna información que hay que dársela en literatura acomodada para el que quiera leer entre líneas". Visita a Pingliang con un antiguo misionero Para el mes de marzo de este año, 1992, esperaba la llegada de fray Dositeo de Albistur, quien finalmente había conseguido, a su ancianidad, el permiso para visitar su anhelada misión de Pingliang. Mientras tanto, mi preocupación por el futuro, me decidió a escribir al Provincial de Filipinas, pidiéndole información sobre su gestión en Singapur y ofrecién– dome nuevamente a servir de puente con los hermanos filipinos y con China. En Sumatra, recibí de Troadio una aceptación fraterna, de puertas totalmente abiertas en Filipinas. Troy no respondió directamente a mis preguntas; pero sí lo hizo con una breve carta enviándome una ayuda de la colonia china en Quezon City. De todos modos supe que la gestión de Singapur había chocado contra la intransigencia del gobierno que se negaba a dar visado a los filipinos. Así las cosas, llegó fray Dositeo y con él partí al norte, siguiendo la ruta de Lanzhou, la capital del Kansu, que era donde en ese momento residía su mejor amigo, el sacerdote D. Pedro Wang. En nuestras largas conversaciones tuvimos los primeros datos del tremendo sufrimiento al que los había sometido el Gobierno comunista. 47