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y algo desilusionado de aquellas gentes. El problema sería qué hacer si se renunciaba a Macau y a la fraternidad soñada. De momento archivé el asunto y seguí con mi programa. En su última del 1Ode julio me decía el Ministro General: "Quiera el Señor bendecir tus esfuerzos mientras esperamos más ayuda para ese cometido. Lo ideal sería la cooperación de la Provincia de Filipinas". Planteamiento al Ministro General En mi informe del 5 de agosto al Ministro General, resaltaba los siguientes puntos: 1. Hong Kong yMacau me parecían dos ciudades sin esperanza. Quien podía sacaba su dinero y huía. 2. La casa donde vivía en Hong Kong iba a pasar a manos de los Franciscanos chinos y probablemente se cerraría. 3. De Filipinas decía exactamente: "Mi impresión es que a los herma– nos de Filipinas les importa muy poco la misión de China. No le muestran simpatía, y ahora con Singapur en sus manos, quizá menos. Este año he podido hablar más a este respecto, y mi impresión es algo más positiva. El padre Provincial de Navarra me aseguraba que había hablado con Troy y que parecía prometer algo. A mí no me dijo absolutamente nada al respecto. Sencillamente nos saludamos sin hablar sobre el asunto China. Solamente el padre Mateo Goldáraz se expresó con más claridad, ofre– ciéndose él mismo para China; pero confirmándome que la Provincia Filipina vivía presionada por sus propios problemas y ausente, indiferente por el Gran Norte. Yo sigo pensando que es Filipinas el punto de apoyo base para cualquier lanzamiento futuro hacia China. Habrá que seguir animándoles a ser misioneros". Mirándolo con perspectiva, las simpatías de Troadio, insisto, estaban muy claramente por Chip.a, pero conociendo el carácter poco consistente de sus hermanos, quizá temía que no dieran la talla de madurez y responsabilidad ante un reto tan serio. 43

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