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,, , ;r4.Q Hong Kong recibí la noticia de que el Definitorio General pensaba visitar las islas Filipinas, y entre otros asuntos tratar el proyecto China. ,P~fQ esa visita se pospuso, y yo traté la posibilidad de marchar durante un ,m!:!&1 ¡i Taiwan, para practicar el chino con el pueblo, viviendo en el co.uv ~nto de Tashi, cuyo superior era el padre Adyuto Chang. ·: )Mientras tanto preparé mi salida a Kansu para el mes de julio. Fue un viaje inolvidable. Mi primer contacto con la vieja misión de Pingliang. ,Gu~~nta años me separaban de los últimos capuchinos que la vieron por Jifüm.a vez. · ' ,'Mi primera visita en Xi 'an fue para el nuevo obispo, Li Duan, 'Fran'dscano, en aquella oscura habitación donde estuve hacía ya cinco ·aiió'!i con Alejandro. Mi conversación duró cinco minutos escasos. Se le espiaba. · ''Oós días después, en taxi, llegué a Pingliang por la ruta de Baoji. ¡Allí ·cshí6a la vieja Misión de la calle Beiju, junto a la muralla, tal como la ' 1 déj1aibn nuestros antepasados! En casa estaban tres religiosas, el sacerdo– te:Slfotiago Zhan Shen Ren y eljovencísimo secretario del obispo Jin She. Ef 'Íhbhpo andaba visitando a los cristianos por las montañas de Huating; ptrcf1o esperaban esa tarde. Cuando Mons. Ma Ji me vio, su emoción fue ''Íncfüscriptible. Se echó a correr para abrazarme. :,}'.Ltt:>i ,.,,,~p esta oportunidad hablamos poco y nos miramos mucho. Yo iba dáP:19me cuenta poco a poco de cuáles habrían de ser mis futuros pasos. A Pingliang la grabé como una foto permanente en el corazón. Balance de la situación de Pingliang (1990) Ami regreso, sin ninguna novedad, a Hong Kong, me senté a pensar con ~alma sobre los últimos acontecimientos y a hacer un balance de la ,reaJio,ad que vivía. Lo primero que hice fue escribir en respuesta al padre Provincial de Navarra, anticipándole la alegría y la buena noticia de haber visitado ya Pingliang. Pero su carta me había dejado preocupado. Lo de Filipinas lo iba yo comprendiendo mejor. En ellos estaba ,:36