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la situación interna de China y en concreto la de Pingliang, sin dar detalles, y animando a la Provincia a prepararse para regresar algún día no tan lejano. Y señalaba algo muy importante. "Por el bien de la Orden de los Capuchinos, sería conveniente estable– cer un canal de comunicación con el Sr. Obispo, Felipe Ma, para que entre los seminaristas chinos, alguno o algunos, entrasen a formar parte de la Orden, dándole el apoyo económico para los estudiantes seminaristas, y la manera -especial y ad casu- de h_acer el noviciado y la profesión en manos del Sr. Obispo, o quizás enviarlos a la casa de formación que tenemos los Franciscanos en la misma China. Y así empezar a tener miembros activos y directos con la Orden Capuchina, siempre que los seminaristas sean de la misma Diócesis de Pingliang". Mientras aguardaba en España, recibí otra carta de Juan Moscardó donde me daba su opinión, su consejo personal y su ofrecimiento. Puesto que de momento no iba a tener a nadie que me acompañara, ni iba a ser fácil tener una casa en Macau, -no me fiaba de las promesas que los Francis– canos chinos me habían hecho- lo mejor era que me quedara con él en la fraternidad Hong Kong. Al correr de mis estudios y de la experiencia, se vería la conveniencia o no de fundar en Macau. De momento toda mi preocupación debía estar dirigida al estudio y aprendizaje del idioma chino, a leer e informarme en la bien nutrida biblioteca de casa y a establecer los primeros contactos en cuanto pudiera moverme solo. Contaba además con toda la ciencia y experiencia del padre Pieraccini, anciano Franciscano, misionero en Taiyuan, muy allegado a la Secretaría de Estado del Vaticano. Las ideas se iban aclarando y tomando cuerpo. Aún escribí otra carta a un viejo amigo de los sacerdotes de Aguarico, José Luis Palacio y Javier Aznárez: un chino nacido en Macau y residente en California, llamado Peter Ou Li. Le pedía información e incluso ayuda para buscar un lugar donde vivir en aquella ciudad. Me respondió en seguida, diciendo que quien efectivamente había vivido mucho en Macau era su padre, y que la opinión de él era que, si el obispo ayudaba, no había ningún problema, puesto que los sacerdotes establecidos oficialmente 21

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