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Apostólica apenas si había unos 1.700 cristianos yunmillar de catecúmenos. La actitud del pueblo chino, en general, era hostil a los misioneros, obligados a vivir muchas veces encerrados en sus residencias. A los cristianos, pocos en número y mal vistos, les faltaba coraje para mostrar su fe públicamente. Despuésde la Primera Guerra Mundial, las dificultades económicas y los crecientes obstáculos internos de tipo nacionalista, obligaron a los sacerdotes belgas a pedir su sustitución; y se asignó el Kansu Septentrio– nal a los Padres del Verbo Divino, y el Kansu Meridional a los Capuchinos Rhenano-Westfálicos. Su primer Vicario, padre Salvador Walleser fue nombrado el año 1922, quien eligió como residencia la ciudad de Tienshui. Las dificultades continuaron a causa de las distancias, la penuria económica, las malas comunicaciones, los ladrones y la situación política. En noviembre de 1924, Monseñor Walleser escribía a la Provincia Capuchina de Navarra, insinuando una posible colaboración. La respues– ta llegó dos años más tarde, el 14 de julio de 1926, cuando el Provincial de Navarra anunciaba la aceptación del reto y pedía voluntarios para el más difícil de los trabajos misioneros. Presencia misionera capuchina (1926-1953) Los sacerdotes Andrés de Lizarza y Gregario de Aldaba, profesores en el colegio de Lecároz, llegaban a Shanghai el día 12 de octubre de ese mismo año. Un año después ya estaba el padre Andrés al frente de la residencia de Jingchuang y el padre Gregario en la de Zhengyuen, aguantando la tormenta del bandidaje por un lado, y de las tropas regu– lares sin control, por el otro. El día 3 de octubre de 1927 llegaban los refuerzos de Navarra. Los sacerdotes: Tarsicio de Villava, Fulgencio de Bargota, Julián de Yurre y Rafael de Gulina. El padre Simón de Bilbao se les unió poco después procedente de Chile. A todos ellos se les asignó su nueva residencia: Simón a Sanshelipu, Fulgencio a Zhengyuen, Julián a Xifengzhen, Rafael a Jingchuang y Tarsicio en Pingliang. El sacerdote Fernando de Dima se 9
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