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por su belleza literaria. Nuestra Himnodia actual es muy deficiente, como se comenta con frecuencia, y está en proceso de formación, aunque han pasado más de veinte años desde que se publicó la edición típica castellana en cuatro volúmenes (1979). Lo más importante de un himno es que sirva para orar. Se requiere también que la fe que nos transmite sea la fe de la Escritura, con la cual pueda identificarse la comunidad orante. Un himno de seis estrofas de endecasílabos es desmesurado, si se ha de cantar, como es lo propio que el himno se cante. Si en vez de canto, la ejecución es una cantinela, una modulación aplicada a la poesía para darle un brillo que la simple entonación no puede darle, entonces la cosa cambia. Y en ciertos momentos es agradable meditar sin prisa, al proferir las estrofas, el misterio narrado en poesía. En todo caso al poeta le es más difícil decir en cuatro estrofas - y la última doxológica - lo que ha dicho en seis cuartetos. Es una limitación, hay que reconocerlo. También aquí vale la sabiduría de aquel adagio: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno". El que dirige el oficio divino, si lo cree oportuno, indique el salto de tal y cual estrofa. Baste con estas indicaciones. * * * Los señalados con los números 5, 12, 35, 36, 37, 39, 40, 41, 42, 43,44, 45, 50, 58, 70 y 73 han sido musicalizados por Fidel Aizpurúa (Himnos para el Señor, Regina 1983); del mismo modo los de los números 2, 5, 7, 13, 20, 21, 24, 31, 33, 38,51, 52, 54, 55, 56, 72-74 y 76 (Himnario de las Horas, Regina 1990); el mismo autor puso música al número 1, 46, 47, 48. 49, 59, 60, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68 y 69, todavía sin publicarse, salvo en las hojas de Felicitación Pascual que desde hace muchos años han distribuido los autores. Se recuerda también que de R.M.G. y F.A. existe: Vía Crucis: 6

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