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¡Jesús, Jesús, deseo consumado, oh más allá de cuanto el alma aspira, dichoso tú, Señor, por ser quien eres, y gracias por colmarnos de tu dicha! ¡ La gloria a nuestro hermano coronado, al Hijo del amor la luz divina: viniste entre los tuyos y venciste, por siempre vive, Dios de eterna dicha! Amén. 55. ¡La paz!, dijo el Se:ftor ¡La paz!, dijo el Señor, y abrió para mostrarles las manos y el costado. Del hueco de las llagas no sangrantes brotaba la alegría de la Iglesia, la unción de paz que baña mi semblante. Acerca aquí tu mano, comulga con mi carne, no seas increyente. Y vio Tomás la gloria deslumbrante, humana y suave, bella eternamente, en Cristo, por la fe, cuerpo palpable. Señor mío y Dios mío, Señor de mi rescate, mi Dios, principio y fin: aquí, sobre tus llagas irradiantes, derramo yo los besos de mis labios y bebo del caudal que de ellas nace. 75
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