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50. Nuestro Pastor se ha alzado de la tumba (Domingo IV de Pascua) 70 Nuestro Pastor se ha alzado de la tumba, ha empuñado el cayado y se adelanta, y va por el sendero de la vida, un rebaño escogido lo acompaña. No puede el lobo herir de eterna muerte si el Pastor nos defiende con su vara; el rebaño, seguro y obediente, al lado del Pastor tranquilo avanza. El rayo y la tormenta se disipan por el sol que alumbró la clara Pascua; ya no habrá noche ni temor maligno, sigue el rebaño y canta su alabanza. El Pastor nos conoce, somos suyos, por el cuerpo y el alma nos traspasa; y es su mirada espejo de su Padre, la verdad y la paz, gozosa calma. Y a su Pastor conocen las ovejas, los suaves silbos, las secretas hablas; igual que el Padre al Hijo bienamado el rebaño al Pastor le mira y ama. Oh buen Pastor y guía de la Iglesia, revestido de luz por la mañana, bendito tú que muerto por tu grey hoy te gozas al verla rescatada. Amén.

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