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El Padre al Hijo llama y lo levanta eterno y luminoso; el sepulcro proclama que en este cuerpo hermoso ha vencido la Vida al Mentiroso. No es vacío el deseo cuando el hombre desea sin medida, pues mucho más poseo en su divina vida que todo lo que yo por mí decida. ¡Oh Cuerpo de pobreza, dolor ayer y gozo eternamente, ungido en la cabeza derrama por tu frente el gozo que unge el gozo de tu gente! ¡Honor al Elegido, que al alba ha madrugado, al alba clara!, ¡oh, mira complacido, que nada te separa, suelto en la tumba el velo de tu cara! Amén. 43. Despierta, Jerusalén Despierta, Jerusalén, que el Sefior ha despertado; no está en el santo sepulcro el Hijo resucitado. De barro su carne fue, del barro de sus hermanos, 61

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