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tu faz humana, Verbo eterno, y tu belleza indescriptible. El corazón que piensa y ama y hasta tu vuelta espera y gime es tuyo, carne de tu carne, latiendo en cuerpo tan humilde. Ayer y hoy eres el mismo, y al ser cual eres invencible, no existe tú, perenne Amor, sino allí donde el fiel existe. Sólo la fe nos da tu cuerpo, y te hace historia descriptible, y el santo gozo se derrama al verte a ti, Jesús que vives. Honor al Cristo de la tierra, que consiguió gloria sublime; por el Espíritu viviente honor y vida inmarcesible. Amén. 40. Cuanto la lengua a proferir no alcanza 58 Cuanto la lengua a proferir no alcanza tu cuerpo nos lo dice, ¡oh Traspasado! Tu carne santa es luz de las estrellas, victoria de los hombres, fuego y brisa, y fuente bautismal, ¡oh Jesucristo! Cuanto el amor humano sueña y quiere, en tu pecho, en tu médula, en tus llagas

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