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¿ Quién eres que con verte quitas dudas y al hogar de tu paz nos das entrada?" Porque creyeron bien que era el Señor preguntarle su nombre no hizo falta. ¡Era el Señor!, y Pedro se arrojó al corazón de Cristo por las aguas. Su bello rostro oculto está en el Padre, nuestras manos su cuerpo no le palpan; pero a gritos lo sienten nuestras venas: ¡Es el Señor, divina luz del alba! Gloria a ti, que llegaste a la ribera, a traemos la gracia de tu Pascua. Amor a ti, hermano victorioso, que nos amas y llenas nuestras barcas. Amén. 37. No se apagó tu recuerdo No se apagó tu recuerdo perdido en la sepultura, no te fuiste sin retomo, muerto, por la senda oscura. El manto de muchos siglos no ha velado tu figura, el olvido de los hombres no ha olvidado tu hermosura. Eres con ojos eternos vida y sol desde la altura; 55

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