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"Abiertamente y no en visiones tenues y no como a profeta de embajadas; será de faz a faz, de boca a boca: así a mi siervo amigo mi Palabra". Mas luego que el varón de hablar volvía, sentía que su rostro se apagaba, que aquella luz divina, poco a poco, al Dios de la hermosura retornaba. De ti, Jesús, la luz está manando y tú desde tus ojos nos la mandas, y a ti mirando estamos los discípulos y en esa tu mirada tú nos bañas. Y vamos reflejando tu figura la gloria incandescente de tu cara, sin velo, sin temores, confiados, pues eres tú, Señor, quien mira y habla. ¡La gloria llene el santo Tabernáculo y sea allí la límpida alabanza, y a rostro descubierto entre la Iglesia cantando a su Señor enamorada! Amén. 45

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