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Oh bello fruto, fuerza de amadores, mezclado en nuestra sangre te derramas, enciendes las pupilas y el semblante y el alma en el Espíritu se ensancha. Temible es el camino y duradero y fieras enemigas nos aguardan; Racimo deseado, fuego ardiente, levanta el corazón para la marcha. Racimo santo, Cristo en el madero, prensado por la mano que te amaba; ya cae el rojo amor de tus heridas y el pecho se abre si los labios callan. De Doce Tribus llegan mensajeros, los Doce son Apóstoles de Pascua; ¡valor para el desierto, caminantes, que Cristo es el Racimo que embriaga! Jesús, latido y voz de la Escritura, silencio lleno y paz que te declaras, contigo hacemos senda por la arena y a ti te bendecimos cuando hablas. Amén. 30. Cara a cara 8 (Ex33,Jl) 44 La cita era en la Tienda del Encuentro, allí donde se hablaban cara a cara; porque era Moisés, quien entre todos tenía la confianza de la casa.
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