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Mas Dios no perdonó al Hijo amado el día que en la Cruz yo lo clavaba; y no se perdonó, que aquellos clavos yo mismo en sus entrañas los hincaba. Rompió el amor su sello y sus secretos, y dijo Dios: Que no haya más palabras. Callaron cielo y tierra y Dios calló, y entonces el amor muriendo hablaba. ¡Oh Dios amor, demencia de ti mismo, oh Dios y Padre nuestro que nos amas, que callen nuestros labios y que sea el Hijo amante única palabra! Amén. 17. Un grito inextinguible a la hora nona (Me 15,37, Viernes Santo) 30 Un grito inextinguible a la hora nona selló el final del mundo y el comienzo, el grito de Jesús, que está expirando, el grito creador, rumor eterno. El Padre lo ha escuchado, que es del Hijo, el hondo corazón del Padre ha abierto; y el Ósculo de Dios, el Santo Espíritu, estalla a fuego cuando grita el Verbo. Un grito estremecido del muriente, que deja estremecido el universo; balido del Cordero silencioso, rugido del León en el madero.
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