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las doce de la noche, al tiempo de maitines. Estudiante 4: Pero, ¿y qué hacían aquellos frailes antiguos, hermanos nuestros, durante todo el día? Arga: Toma nota, criticón: se levantaban a las cuatro cuarenta y cinco minutos. De cinco a seis rezaban las letanías de los santos, oraban, rezaban el breviario, participaban en la misa conventual; desayu– naban frugalmente, y disponían luego de siete a once para el estudio, ministerio sacerdotal, labores de la casa, huerta, cuesta– ción, docencia, atención al público en la portería y en la iglesia. Más rezos antes de la comida, visita al Santísimo, deseando hasta las dos, y más oración; y nuevo espacio para el trabajo. Y maitines a media noche. Y otro día. ¿Lo has apuntado? Pues ahí queda eso, Sr. periodista. Inténtelo usted ahora. Estudiante 5: Es aleccionador visualizar el pasado de nuestros mayores, pero a nosotros nos urge el presente. ¿ Qué será de nosotros cuando los mayores vayan cruzando a la otra orilla, y nos encontremos, presumiblemente, tan pocos? Viejo 2: Tendréis que reinventar caminos nuevos para marcar en ellos, con nuevo estilo, huellas nuevas. No fue nuestra Provincia tan nume– rosa al principio del pasado siglo, ni tan envejecida como ahora.

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