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Quedan dialogando entre ellos sin voz. El Arga y el Hortelano toman su vez desde el ángulo en que están semiocu/tos. Hortelano: No entiendo. Me suena todo igual que una granizada; algo como si los peces quisieran volverse plantas, o tornarse mariposas las ciruelas, con dos alas, el espárrago ser pino, y libélula, la azada. Arga: No te sulfures, hermano, que ni Dios ni el río cambian. Y cuando sople el bochorno, espera, que el cierzo aclara el espesor de la tarde y avienta toda la parva: el trigo cae a tus pies y, al aire, se va la paja. Si así cambia todo y tú eres el mismo, ¿por qué te enrabias? No pierdas ni una briznilla de la brisa. Hortelano: ¡ Madre Santa! Se irán visualizando en pantalla las acciones según parlamentos. Aparecen dos religiososmayores, vestidos de hábito, acercándosea losjóvenes. ElArga

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