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Predicador: "Todos los que defendemos la causa de Dios y los Fueros dt Vasconia, somos amigos, hermanos miembros del gran partidc católico-vasco que acaudilla Cristo. Nuestra bandera : Dios ) Fueros" (Cfr. padre Evangelista de Ibero, predicación en la catedral dt Pamplona, 1902). Aplausos y silbidos. Se ve a dos religiosos que pasean por la huerta ataviadot con sus respectivos uniformes mi/ítares. Se cruzan muy gallardos uno y otrc sin decirse nada, desafiantes. Dos capellanes, éste de los requetés. Su padre y sus dos abuelrn murieron en campaña en favor de los ideales de Don Carlos. Él se jugó la vida en el 36. Respiró una honda animadversión a todo nacionalismo. Y ese otro, capellán de gudaris, hijo del padreAitm y de Amagoya. La primera leche mamada a los pechos de su amatxo la succionó entre plegarias a J aungoikoa y Arna Virgiña.... El mismo Dios, idéntica orden religiosa, hermanos, por tanto, pero, por desgracia, irreconciliables. Hubo dispersión de los unos y de los otros. Las misiones de América fueron las ganadoras. Unos eran políticos, los otros no; aquéllos podían tomar partido, ¿y los otros? ¡Cuánta obcecación de la una y otra parte! Gaitas del baile de la era. El Arga se pasea. En mis aguas sobreviven libremente pececillos blancos, jaspea– dos, azules o rojos. Hasta ayer, todos hablaban euskera, la lengua del Padre Aitor. Aún escucho el rumor de las sorgiñas, el trueno del basajaun, el golpe de la aizkora contra el roble, y gusto el untoso paladeo albísimo de la gaztambera. Pero, más luego, comenzaron a escucharse en mis riberas palabras que en principio no entendía; eran voces peregrinas del Camino de Santiago. Y
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