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Ríe a carcajadas. Anciano: Me aturdes, mozo, y ni te veo. A buen seguro que las cuaresmas han debilitado mi cacumen. Quédate, mútil, con tus extravagan– cias, tú estás loco. O eres el diablo. Se retira el anciano cariacontecido y el Arga lo ve marcharse sonriéndose. Arga: Él es un fraile muy instruido, pero, por desgracia, no tiene ni un adarme de imaginación; sabe, por tanto, muy poco de sueños. ¿ Cómo explicarle que yo soy el Arga cuando sólo supo ver con los ojos, y ahora ni con ellos? Se enfrasca de nuevo, muyabstraído, en la lectura del Cronicón. La niebla del paso anterior ha ido espesándose. Hay que vivir una escena surrealista. El Arga, ante la lectura del Cronicón, va exteriorizando sus estados de ánimo. Pone cara seria, preocupado. Rememora. Sufre. Contrae fuertemente elrostro con amargura. Cierra los ojos. Se mueve muy nervioso. Parece entrar en un auténtico trance. Comienzan a oírse fragmentos muydesafinadas del himno de Oríamendi, del Guerniko Arbora, de Cara el Sol, de La Internacional, del Himno de Riego, etc. Aumentan las nieblas y los sonidos discordes que se aceleran, mezclados locamente unos con otros. El Arga exterioriza su confusión; se tapa los oídos, se restrega los ojos. No cree lo que está viendo. Pasan rápidamente de un lado al otro de la escena banderas de la España Nacional, de fa República, la Carlista, lkurriñas, la de la Falange... Se oyen disparos a lo lejos, motores de aviones. Se levanta como enajenado. Jadea. Se enrola detrás de una bandera. Se cambia a otra. Lo atropellan, lo patean y cae desvanecido en el proscenio, cubierta la cabeza con el Cronicón. Ametralladoras, obuses. Vivas a Franco, a José Antonio, a Cristo, a Euzkadi, a Don Carlos, a la Pasionaria, a Rusia... Aparecen entre la multitud unos frailes portando banderas de Don Carlos, la Nacional, la de Euzkadi, la del Pueblo. Se oye en ecos: "oremus ducem nostrum Franciscum". Silbos y aplausos.

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