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ebrio de fiesta, oh Dios, de mí huído por fin, y por Ti loco. Pues ya soy todo tuyo. He dejado en el coro a mis buenos hermanos rezando, ¡tan devotos!. Yo iré con el rosario entre los dedos salmodiando adoquines, agua y lodo; los labios parlanchines de tus cosas; los ojos rodados por el suelo, e hinchado el corazón igual que un globo, que se aúpa con el cierzo y que se queda como un farol de gas, al aire, y solo; y que el sol eres Tú, y yo, tu payasito viejo y bobo. Da una pataleta al aíre, ríe y mira al cielo con picardía y bondad. Arga: A fe que estás, locuaz hermano, y hablando solo: o J?ios te tiene asido por la boca o estás un mucho loco. Limosnero: Bien dices. Sin embargo, ¿estarás tú ebrio cuando trenzas meandros y recodos hasta llegar al mar, y allá te pierdes en sus abismos hondos? No, porque el mar te llama, y en el mar DIJ

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