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a fuerza de salmos, y la noche, al lento roce de sus voces, rompe su misterio de sombras, y se hace toda sol y fuego. ¡Que viene el esposo! Salid a su encuentro. Y hay que estar alerta, y el aceite presto en los candelabros de manos y dedos; porque llega el novio, y hay que estar despiertos cara el siglo veinte que ya llega presto con la aurora a cuestas y el pabilo nuevo. Puede pintar oros o afilados hierros el futuro, y todo precisa el esfuerzo de tus manos aunque haga Dios el resto. Sea como fuere, hay que estar atento para cuando llegue el novio... Los rezos de los frailes salen, de noche, al encuentro DIJ

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