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Va finalizando el rezo de/TeDeum. Entran aescena los religiosos, algunos con hábito y otros depaisano, indistintamente, dos filas, con cruzalzada, hachones en las manos, acompañados por el pueblo que procesiona sobre andas una imagen de San Francisco de Asís, según maqueta del monumento del santo en su plaza, en Pamplona. El superiordel convento inciensa la imagen y a los presentes. Guardián: Hermanos y amigos, bienvenidos. Hace cien años, como nosotros ahora, en el preciso momento de comenzar el siglo XX, otros religiosos capuchinos, hermanos nuestros, entonaron el TeDeum de acción de gracias. Acabamos de hacerlo nosotros al inicio del XXI. De aquel entonces sólo queda con vida entre nosotros un testigo centenario, ymás. Y es todavíajoven. Es nuestro hermano el ríoArga, amigo, vecino, bienhechor insigne, cronistade nuestra vida. Los chopos de sus riberas, ¿no son también de algún modo casi frailes capuchinos, plantados ahí, orantes de unos laudes y maitines vegetales con las primeras y últimas luces de cada día'! Hoy, hermano Arga, al comienzo del nuevo siglo, queremos obsequiarte un nuevo chopo joven para tus riberas, aquí, junto a nuestro convento, para que él, a una contigo, sea amanuense de tus crónicas conventuales. Tú seguirás siendo nuestro testigo. A los hermanos nuestros que vivirán todavía aquí, - ¡ojalá!-, dentro de cien años, diles que los tuvimos presentes un siglo atrás con verdadero amor fraternal anticipado. Que este chopo joven se te vaya cuajando poco a poco de salmos, de antífonas y de pájaros. Y échanos una mano para que el recién estrenado XXI sea en su historia al menos tan fecundo como el que acabamos de cerrar. Hace entrega al Arga de un arbolito. Comienza a oírse el txistu y el tamboril. El río se despoja de sus ropas y queda con las adecuadas para el baile del aurresku.

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