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jesuánica realmente mesionológica nos orienta prospectivamente hacia una escatología acertada 8 • Concluyamos diciendo algo del tercer tema de la tríada o tríptico a que nos referimos antes: la Iglesia. Tras el impulso decisivo que la eclesiología recibió en el Vaticano 11 nos queda la tarea de hacer realidad la tesis central de la Constitución Lumen Gentium; a saber, que la Iglesia es el pueblo de Dios y por eso un misterio de comunión, comunidad, "koinonía". También la Constitución conciliar dio un primer paso importante en esa dirección al enseñar que ese pueblo mesiánico es una "societas aequralis" (L.G.32). Rahner, Schillebeeckx han entendido que ello implica una democratización de la Iglesia. Se puede ciertamente discutir este término o el concepto. Pero es claro que la gran asignatura pendiente de nuestra eclesiología pastoral es la participación de todos en la vida eclesial, incluida "last not least" la toma de decisiones. Sólo así se superará el jerarquismo anacrónico, cuasi-medieval o cuasi-absolutista que padecemos. Hay como dos fracturas básicas en la actual "koinonía" eclesial. Se trata de dos distinciones que hacemos entre los miembros de la iglesia pero que de hecho son dos divisiones. Me refiero a la distinción entre seglares o laicos y sacerdotes (o jerarcas o clérigos) y la distinción entre seglares y religiosos o religiosas. Respecto de la primera distinción-división se ha avanzado algo en cuanto que ya cada vez se habla menos de seglares, apostolado seglar, sacerdotes etc. Se habla cada vez más de miembros del pueblo de Dios que es todo él sacerdotal, en el que hay distintos carismas y ministerios, entre ellos el de devenir presbítero, obispo etc. Nadie es más que nade, nadie es superior ni por tanto inferior. De ahí lo equívoco que resulta el término jerarquía. Ciertamente todos, todas son diferentes porque unos y otras tienen diversos carismas, ministerios. Pero todos, todas deben participar en la 96
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