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Moltmann reconoce: "Un poco tarde descubrí que el Jesús terreno, el Jesús del seguimiento y del reino de Dios es el Jesús judío. Los diálogos cristiano-judíos son los que me han abierto los ojos para ello" 2 • Entendamos estos testimonios de dos teólogos muy centrales del tiempo postconciliar como la comprobación de un reencuentro con lo real, también en su dimensión política que en Europa lleva el signo de la "shoa". La teología política impulsó decisivamente el descubrir la presencia y acción de Dios en medio de la "plaza pública", de la "polis", y dentro de la entraña de la historia dirigida, escrita por los vencedores. Su eje es la memoria de las víctimas de esa historia que como inmensa multitud rodea al siervo de Yahvé. Su meta es la divisa de Horkheimer: "que los verdugos no triunfen sobre las víctimas". De ese modo historiza realmen– te el misterio pascual como "memoria passionis", memoria subversiva y peligrosa. La teología de la liberación empezó por liberar a la teología católica (y protestante) de su eurocentrismo. Ahora las víctimas no son ya los seis millones de la "shoa" sino la "muchedumbre inmensa que nadie podía contar" emergente en todos los países del llamado tercer mundo y en los del cuarto mundo, simbolizada por las gentes humilladas, inmoladas no de Auschwitz sino de Ayacucho. De ese modo esta teología da un paso decisivo en la línea de historizar la fe. Partiendo del Jesús histórico, redescubriendo al Jesús histórico interpreta la acción redentora en toda su dimensión integral, balística, uno de cuyos ejes es la realización de la justicia de acuerdo con las promesas mesiánicas. La historia "tout court" es asumida al fin n todo su realismo, a saber, como una historia de conflictos, opresiones, esclavitudes, desgarrada por las estructuras de pecado que la atraviesan en sus niveles socio económicos, socio políticos, sicosociológicos... J.Moltmann. Cristo para nosotros hoy. Madrid 1997. 10 88
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