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los humanos? ¿No cae en el gran error del un cualismo grave? Es verdad que Rahner, Lubac etc. habían dado un paso importante para superar esa enfermedad teológica. Fue su honda y paciente inves– tigación en torno a lo sobrenatural. La gracia sobrenatural fue presentada por ellos no como ese piso superior que recibe la persona justificada pero que queda en ella completamente incomunicado con su realidad natural, como un mundo aparte. Ellos mostraron cómo la gracia actúa ya "de facto", ha actuado desde el principio de la creación animándola y elevándola al orden sobrenatural. Penetra en la conciencia de toda persona, creyente o no, si bien de modo imblícito, indirecto. Ahora bien, esa unión o relación de los dos mundos, de las dos historias, aparecía como genérica, abstracta, desencarnada. La teología de la secularización ayudó a dar nuevos pasos en la línea de encontrar una relación más estrecha, una unidad mayor entre la historia santa y la profana. Su intento fue abrir las compuertas que encerraban la fe, la acción de Dios en el ámbito de lo sacral o sagrado y descubrirlo en el corazón de lo profano o secular. La "sagrada comunión", corno decía el obispo Robinson, no era en primer lugar la eucaristía sino lo sagrado en medio de lo común. Por un lado, esta teología propugnaba el respeto a la autonomía de lo temporal pero por otro volvía a relacionar lo temporal con lo religioso– cristiano. Sin embargo, pronto se vio: está salida al mundo de lo profano– temporal que hacía la teología secular volvía a quedarse en una nueva abstracción. Por eso hubieron de venir las teologías ó política y de la liberación a llenar tal vacío grave. Metz confiesa: "Despacio, demasiado despacio fui tomando concien– cia de que la situación en la que soy teólogo, en la que intento hablar de Dios se define como situación después de Auschwitz" 1 • 1 J.B. Metz. Hablar de Dios en la situadón de sufrimiento del mundo, en Selecciones de teología 130. 1994. 99-106.99 87

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