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respuesta a las exigencias de la historia, toma de conciencia de los desvalidos y nueva actitud de diálogo con las Iglesias del "ecumene" cristiano. Al proponerse como objetivo el aggiornamento de la Iglesia, el Vaticano II rehuyó el lenguaje impositivo y canónico de los concilios anteriores, preocupados por las definiciones dogmáticas y los anatemas contra los adversarios. Juan XXIII y el Concilio nos animaron a vivir la Iglesia de otro modo. El Vaticano II fue una llamada urgente del Espíritu de Dios a una Iglesia anclada en una pastoral de cristiandad, reñida con la modernidad, de espaldas al ecumenismo, dirigida por una clase sacerdotal jerarquizada, humilladora de la mujer y alejada del pueblo de los pobres. Al mismo tiempo-hay que reconocerlo- había en esa Iglesia un alto nivel religioso, una notable participación cultual y devocional, una entrega admirable de muchos laicos y una gran estima de las vocaciones sacerdotales y religiosas. El proyecto pastoral conciliar, antaño seductor, parece hoy agostado, en gran medida porque el sujeto eclesial por antonomasia, que es el clero, está reducido y a las puertas de la jubilación. Los laicos han tomado las riendas insuficientemente, y el papel de la mujer es insatis– factorio. El antiguo proyecto pastoral parece agostado, además, por falta de decisión evangélica en reformas concretas ministeriales, por el mantenimiento de un pensamiento teológico repetitivo y sin novedad y por los nuevos recelos que todavía suscita entre ciertos sectores clerica– les la modernidad. 3. Edificar la Iglesia como comunión del pueblo de Dios Durante siglos la Iglesia ha sido dirigida exclusivamente por los clérigos. Con frecuencia, el autoritarismo de ciertos obispos y sacerdotes ha ido de la mano con el dogmatismo. Sin embargo, la Iglesia debe ser estructurada y erigida con la colaboración activa y responsable de todos susmiembros. La eclesiologíadel Concilio ha sidodenominada"eclesiología del pueblo de Dios". La Iglesia no debe ser entendida desde la pirámide eclesial sino desde la base popular-laica!. Definen la Iglesia todos sus miembros, los bautizados creyentes, no simplemente el estamento ecle– siástico. Por exigencias de la koinonía, el pueblo debe participar en las 74
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