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algunos m1mstros provinciales junto con sus definidores han afrontado los problemas del el y lo han hecho fecundo para la propia provincia. Convencido de la necesidad y de la gracia del el, han reunido a los guardianes y vicarios para encontrar, juntos, modos y formas adecuados para hacer posible un el mejor dirigido y más fructuoso. Así ha sido posible poner a disposición de la fraternidad local instrumentos prácticos de trabajo. Es de esperar que el ejemplo de estos ministros provinciales y definidores lo imiten otras provincias. El el en modo alguno resuelve todos los problemas de la vida comunitaria: no es una "medicina milagrosa" que sana todo mal. El el es y permanece como "un instrumento limitado pero necesario" (Raphael Grolimund). No obstante, no debemos infravalorar su importancia. Como "gracia", como "progreso" que ha supuesto la introduc– ción del el, está el testimonio de los hermanos mayores, que han vivido los tiempos pasados. A los hermanos de las fraternidades locales el el da la oportunidad de afrontar las cuestiones prácticas y los problemas relacionales y la búsqueda de soluciones; son problemas y asuntos de los que todos son responsaQles y a cuya solución todos deben aportar su colaboración. El el hace más consciente a cada hermano de sus relaciones con el conjunto de la fraternidad y contribuye mucho a la integración de todos. Puede ayudar a resolver los problemas de cada día y, no sólo a nivel organizativo, sino también a nivel de comprensión-rvivencia más profundos del carisma de la Orden y de su valores fundamentales. 90

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