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16) Evita cuidadosamente: - confundir las intenciones y con los comportamientos; - confundir el comportamiento con la persona; - atribuir intenciones al comportamiento de otros y, peor, poner una etiqueta al otro. Recuerda, una vez más, que acusar, evaluar, juzgar, ser dogmáticos ... son comportamientos que no ayudan ni a ti, ni al otro y crean espirales de incomprensiones. Por la ley de los efectos recíprocos, ya aludida, toda actitud estimula y provoca otra similar. La aceptación, a la larga, crea un clima de confianza y estima recíprocas, mientras que la valoración provoca agresividad y cerrazón defensiva. 17) Cuando escuches a otro: - no interrumpirlo, aunque pienses que está fuera de camino; - no pensar en la respuesta, mientras habla; - sé empático: escucha con atención, con interés, intentando comprender el punto de vista del otro, sus circuitos mentales, sus emociones; - verifica, especialmente en las situaciones difíciles y cuando estás excitado, si has comprendido bien el pensamiento del otro: prueba, por ejemplo, el repetir el mensaje del otro para tener una confirmación (es un buen ejercicio en la escucha correcta del otro). 18) Evita el hacer de padre espiritual, de profesor o de psicólo– go: el Capítulo local no es el contexto adecuado. Estos tipos de ayuda llegan a ser desagradables y contrapro– ducentes cuando se ejercitan fuera de lugar y en confrontaciones de quien no los ha solicitado. Aceptando tales actitudes, a menudo, evitamos la implicación partidaria de los hermanos. 19) Recuerda que mantener el secreto sobre lo que aparece en el el es signo de seriedad de tu parte y garantiza el clima de confianza recíproca en la fraternidad. 79

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